Devocional sábado 1 de marzo de 2025.
Buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este sábado 1 de marzo de 2025.
El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 17:22-27.
La respuesta de Dios fue doble. Le dio a Abraham un sello más del pacto. Ahora Dios le reveló que el nombre del bebé sería Isaac, palabra que en hebreo significa “risa”.
Por amor a Abraham, el Señor prometió multiplicar los descendientes de Ismael, hacer de él una gran nación. No obstante, Dios hizo hincapié en que Isaac sería el hijo de la promesa, el importante eslabón entre Abraham y el Salvador.
Con esto, Dios dejó al patriarca. Había hecho a Abraham su confidente; había compartido con él algunos de los secretos sagrados de su poder, sabiduría y gracia. Con información adicional acerca de la simiente prometida y varios sellos del pacto, Dios había fortalecido la fe de Abraham.
Ahora la fe de Abraham entró en acción. Dios había ordenado la circuncisión, pero no había especificado un plazo fijo para ello. Abraham se encargó de que ese mismo día cada varón de su casa llevara la marca del pacto en su cuerpo. Con lujo de detalles Moisés nos hace ver que la obediencia de Abraham fue inmediata, total y voluntaria. Lo más importante es que todo eso se debió a su confianza en la promesa divina.
Dios nos ha llamado para que lo sigamos a ciegas. La fe cristiana no es dar un salto en el vacío. Nosotros, como Abraham, tenemos la promesa de Dios. Cuando nosotros, al igual que Abraham, lo seguimos confiada y obedientemente, podemos decir con el apóstol Pablo: “Yo sé a quién he creído, y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Timoteo 1:12).
Martín Lutero dijo una vez: “No hay estado de ánimo más miserable que la duda”. La duda cuestiona la palabra divina de promesa; debilita nuestra confianza en las bendiciones que él nos ha prometido. En las apariciones anteriores a Abraham, Dios en efecto se encargó de sus persistentes dudas, pero había otro miembro de la familia del patriarca cuya fe necesitaba la atención y la ayuda de Dios, Sara. Por lo tanto, hizo otra visita al hogar de Abraham en Hebrón, al sur de Canaán, para purificar la fe de Sara de impurezas e imperfecciones.
Oremos: Padre Santo y bueno. Gracias Señor por tu palabra, porque me anima a seguir adelante en medio de la debilidad y la falta de fe. Gracias Señor porque me sostienes y fortaleces en medio de la tormenta y la desesperación. Ayúdame a confiar plenamente en ti Señor, y entregarme completamente sin dudar un solo momento. Tu tienes control de mi vida, en el nombre de Jesús, Amén.
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